quinta-feira, 27 de junho de 2013

LA INSPIRACIÓN MASÓNICA DE MOZART


El Diario Montañes
Luis Sánchez de Movellán
15-03-2006





De la vida y obra de Mozart, nacido un 27 de enero de 1756, hace ahora 250 años, en la ciudad austriaca de Salzburgo, y que fallecería en Viena el 5 de diciembre de 1791, son muchos los aspectos que podrían estudiarse, como, por ejemplo, su prolífica obra, compuesta, según el Catálogo de Köchel, por 626 obras (entre ellas 18 óperas, 20 misas, 27 conciertos para piano y 49 sinfonías), a las que habría que añadir otras 178 obras que Alfred Einstein añadió con posterioridad como suplemento al primitivo catálogo.

Las corrientes de pensamiento y los acontecimientos de su tiempo influyeron profundamente en Mozart y entre las influencias que recibió, hay una tan interesante como desconocida: la de la francmasonería. Aunque Mozart fue un ferviente masón solo durante los últimos siete años de su vida, sus contactos con la masonería, como veremos, vienen de lejos.

Mozart provenía de una familia estrechamente ligada a la masonería operativa, es decir, el arte de la construcción verdadera, propiamente hablando. Su tatarabuelo, David Mozart, que vivió de 1620 a 1785, era albañil y maestro de obras en Augusta. De sus cuatro hijos, el mayor murió prematuramente y el menor se hizo fraile; los otros dos siguieron las huellas del padre, haciéndose albañiles. Franz fue el bisabuelo de Wolfgang (su hijo Johann Georg fue su abuelo). El otro hermano alcanzó gran fama por su participación en la construcción de la casa de los banqueros Fugger. Hay que precisar que en la familia de Mozart el oficio de albañil, junto al de encuadernador de libros, se mantuvo hasta finales del siglo XIX.

La masonería del siglo XVIII, la que conocieron y vivieron Mozart y su gran amigo Haydn, así como otros ilustres músicos masones como Liszt o Beethoven, aparece como una reunión por encima de las divisiones políticas y religiosas del momento de hombres que creían en Dios, que respetaban la moral natural, y que querían conocerse, ayudarse y trabajar juntos, a pesar de la diferencia de rango social, de la diversidad de sus creencias religiosas y de su filiación a confesiones o partidos más o menos opuestos.

La masonería que vivió y conoció Mozart, la masonería del Siglo de las Luces o de la Ilustración, venía a ser una escuela de formación humana basada en el simbolismo, la filantropía y la educación. Constituía una asociación cosmopolita de hombres diferentes por su cultura, religión, ideologías políticas y rangos sociales, pero que coincidían en el deseo común de perfeccionarse por medio de una simbología de naturaleza mística o racional y de la ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación, practicando una amplia tolerancia religiosa, moral y política, y comprometiéndose en la lucha contra todo tipo de fanatismo y en la defensa de la libertad.

El francmasón de la Ilustración estará marcado por una doble finalidad: el perfeccionamiento del hombre y la construcción de la humanidad. Doble objetivo que está íntimamente ligado, pues al desarrollarse el individuo también se desarrolla la humanidad, a través de un mutuo perfeccionamiento y de una continua interacción educativa, de la que, en muchos casos, no ha estado ausente la música.

Aunque el encuentro definitivo de Mozart con la masonería fue relativamente tardío, al ingresar en ella en 1784, a la edad de 28 años, fue a partir de entonces cuando escribió sus más célebres composiciones musicales masónicas. Sin embargo, hay otras muchas obras de Mozart que, siendo de inspiración masónica, preceden a su propia iniciación, ya que desde su infancia tomó contacto con textos literarios masónicos a los que puso música. Uno de estos fue An die Freude (A la alegría), un lied en FA mayor publicado en el suplemento musical de un diario vienés, en agosto de 1768. Es un lied compuesto en Olmütz, en diciembre de 1767, por un Mozart adolescente y dedicado a la hija del doctor Joseph Wolff, médico masón, que acababa de salvar a Mozart de la viruela.

Poco después de este primer contacto de Mozart con la masonería, y ante la petición de otro masón y también médico, el doctor Franz Anton Mesmer, el joven compositor pone música, a principios de 1768, a una traducción del libreto de Favart: Bastien et Bastienne, opereta o parodia burlesca del Devin du Village (El adivino de la aldea) de Jean-Jacques Rousseau, escrita en 1752.

A los 16 años, en 1772, cuando estaba en Salzburgo al servicio del conde-arzobispo Hyeronimus Colloredo, puso música, no ya a un poema de inspiración masónica, sino a un verdadero texto ritual masónico, el Oh heiliges Band (O santa unión de hermanos). El texto, de hecho, era un Lobgesang auf die feierliche Johannisloge (Himno para la solemne logia de San Juan) del poeta Ludwig Lenz, inserto en la más antigua colección alemana de cantos masones, publicada en Altenburg en 1746.

Al año siguiente, en 1773, Mozart vuelve nuevamente a escoger a un poeta masón, el barón Tobías Philipp von Gebler, con quién volverá a encontrarse años después en su logia de Viena, La Verdadera Concordia. Compuso la música para la puesta en escena de su drama heroico, Thamos, König in Aegypten, que es un vasto fresco pseudo-mitológico inspirado en la novela masónica francesa Sethos del abate Terrasson.

El encuentro definitivo y personal de Mozart con la masonería tuvo lugar en Viena, y en este caso el músico entró en la masonería de la mano del barón Otto von Gemmingen-Hornberg, Venerable Maestre de la Logia Zur Wohltätigkeit (La Beneficencia) fundada por él, el 11 de Febrero de 1783. Mozart fue iniciado como aprendiz masón el 14 de diciembre de 1784, y con motivo de su iniciación se interpretó su cantata Dir, Seele des Westalls (A tí, alma del Universo). Y fue elevado al segundo grado -el de Compañero- el 7 de enero de 1785, esta vez en la Logia ´La Verdadera Concordia´, la más importante de Viena. Al tercer grado, el de Maestro, Mozart fue finalmente iniciado el 22 de abril de 1785, en la Logia ´La Esperanza Coronada´, para la cual escribió dos de sus composiciones masónicas más significativas: la cantata Die Maurerfreude (La alegría masónica) y la Maurerische Trauermusik (Música fúnebre masónica).

La política reformista del Emperador José II afectó también a la masonería, mediante la publicación de un edicto, el 11 de diciembre de 1785, por el que, entre otras cosas, decretó que solamente podía existir una logia en la capital de cada región. Los masones se doblegaron a esta orden, y el 28 de diciembre las ocho logias de Viena se fusionaron en dos únicas logias, la Zur Wahrheit (A la Verdad) y la Zur neugekrönten Hoffnung (La Esperanza Nuevamente Coronada). Para la inauguración de esta última, nueva logia de Mozart, éste escribió dos cantatas masónicas que fueron ejecutadas el 14 de enero de 1786: Zur Eröffnung der Loge (Para la apertura de la Logia) y Zum Schluss der Loge (Para la clausura de la Logia). A finales de enero de 1786, parece ser que Mozart escribió el Adagio para dos clarinetes, dos corni di bassetto y un clarinete bajo. El destino de estas composiciones parece destinado a la ceremonia de iniciación masónica del primer grado. Desde esta fecha y hasta 1791, ya no encontramos ninguna obra fechada por Mozart y destinada a ser ejecutada en reuniones masónicas.

Finalmente, y dejando de lado su famosa ópera masónica La flauta mágica, nos vamos a encontrar todavía con tres obras de Mozart, ligadas a la masonería. Se trata de la pequeña cantata alemana Die ihr des unermesslichen Westalls Schöpfer ehrt (Vosotros los que honrais al Creador del inmenso Mundo); la pequeña cantata masónica Das Lob der Freundschaft (Elogio de la Amistad); y un lied masónico, Lasst uns mit geschlungnen Händen (Enlacemos nuestras manos), el cual se convertirá en el himno nacional austriaco y que es el ´canto del adiós´ que el movimiento scout tomó de la masonería británica.



Presentado por:
V:.H:. Yoraco Bauza
1er. Vig.
Resp: Log:. “Minerva” Nº 2

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