sábado, 11 de abril de 2009

EL VALOR DE LA MEDITACION.

EL SENDERO DEL DESARROLLO RÁPIDO.

EDUCACION OCULTA





Desarrollar la voluntad es de la mayor importancia para todo el que quiera hollar el Sendero; puede alcanzarse en parte por medio de la meditación de la voluntad, en la que se visualiza al Maestro, y más adelante al pupilo, como un Señor de Voluntad, incorporación de la Voluntad Divina, un Dios omnipotente. Gracias al vínculo de unidad que existe entre ellos, la realización del aspecto Voluntad del Maestro fortalece el poder de voluntad en el discípulo. Entonces todas las cosas le parecen posibles: sus flaquezas personales, fáciles de dominar; sus problemas del plano físico, simples de resolver como parte del problema mundial y no ya cómo cosa particular. Se ve a sí mismo con un centro de voluntad en el mundo externo, ayudando a la humanidad a dominar sus flaquezas en virtud de su propio y creciente auto-dominio.

Cuando el Maestro ayuda de esta manera a Su discípulo, hace que la cualidad o poder requerido se manifiesta en Si mismo fuertemente, y puesto que el discípulo posee al menos el germen de esa cualidad, puede responder. En el acto mismo de responder se aumenta la medida de la cualidad manifestada en él. Logrado este despertar, el discípulo expande y desarrolla por la meditación sus propios poderes innatos.

Ninguna palabra parece pasar entre el Maestro y el pupilo en este método de instrucción, cuyo buen éxito depende enteramente de la capacidad responsiva del pupilo. El Maestro estimula, el discípulo responde, y de ahí en adelante continúa él solo el proceso de desarrollo por su práctica diaria.

En la presencia del Maestro el discípulo está de cierto modo sutil en contacto con el Adepto en que él ha de convertirse. Quizá es este el gran servicio que el Maestro presta: que coloca a Su devoto a distancia medible de su propia perfección.

El sendero de desarrollo rápido para el neófito consiste en educir de este modo una cualidad tras otra, un poder tras otro, desde las honduras espirituales de su naturaleza en donde todas las cualidades y poderes están latentes, y obligarlas a que se manifiesten en su vida diaria, para que el Adepto en que ha de convertirse se manifieste en el presente.

Este poder de auto-desenvolvimiento, de enriquecimiento e iluminación interna, en el que hasta cierto punto se supera hasta el tiempo mismo, lo hace posible para el discípulo el ofrecer graciosamente su perfección al Maestro. Puesto que el Maestro ha logrado esta gran consumación, puede en cierta medida establecer este mismo proceso de consumación en otros.

Esto no significa que el Maestro imponga Sus poderes en el discípulo, sino que gracias a la afinidad que existe entre ellos, lo capacita o lo estimula a despertar en sí mismo las mismísimas capacidades. Estas están presentes en embrión en todo ser humano, y serán despertadas y desarrolladas normalmente durante el lento proceso de la evolución.

Mientras el discípulo sea capaz de mantener la perfecta afinidad de su consciencia con la del Maestro, este proceso de aceleramiento es continuo en el nivel egoico. Cuando es recibido ante la presencia del Maestro, sus vehículos personales se iluminan y ensanchan, de modo que los resultados del desarrollo egoico se expresan más perfecta y más naturalmente en la personalidad.

Durante la meditación, en total quietud de la mente y del cerebro, la consciencia vigílica recibe los frutos de estos procesos internos. Fortalecido e iluminado, el discípulo los manifiesta cada vez mejor en su vida diaria. De esta manera eslabona sus actividades superiores e inferiores, y gradualmente logra coordinación en toda su naturaleza.

La auto-realización en el cerebro es de inmensa valía. No sólo hace al discípulo fuerte y firme en medio de las pruebas físicas del ocultismo, especialmente en la de la duda, sino que evita que el progreso personal se quede atrás del progreso egoico. Mantiene constante el tono de la vida diaria en acción, sentimiento y pensamiento; amplía y mantiene abiertos los canales entre el Maestro y el ego y la personalidad del discípulo.

El discipulado permite el libre acceso suprafísico a la presencia del Maestro, de modo que además de la mística unión en consciencia, hay también comunión y colaboración oculta entre ellos. Se enseña al discípulo a usar sus cuerpos sutiles y a dominar las fuerzas de los mundos suprafísicos. Recibe guía en el trabajo físico que hace en servicio del mundo, como también en las tareas suprafísicas que constituyen la rutina de su vida durante el sueño del cuerpo. (Véase Protectores Invisibles, por C. W. Leadbeater).

Estas tareas incluyen servicios tales como auxiliar a los recién fallecidos, ayudar a los necesitados y atribulados, acudir al escenario de grandes catástrofes, y dar y recibir enseñanza en grupos de condiscípulos. Cuando es necesario, y especialmente si los canales se mantienen abiertos, el recuerdo de estas actividades se recibe en el cerebro al despertar, o a cualquier otra hora durante el día.

El discípulo también recibe ocasionalmente, durante el día, instrucciones de su Maestro para la conducción de sus trabajos. Es utilizado como un canal para las fuerzas espirituales del Maestro y de la Gran Fraternidad Blanca, convirtiéndose así en un portador de gran bendición al mundo. Por medio de Sus discípulos el Maestro mismo recibe una ampliación de consciencia personal, pues estando en unión consciente con ellos toma parte en todas sus actividades.

El vínculo de amor entre Maestro y pupilo es la más íntima y más bella de toda las relaciones. El Maestro entiende perfectamente al pupilo, lo lleva místicamente en Su corazón, irradia sobre él un profundo afecto espiritual y por tanto impersonal, comparte sus triunfos y lo ayuda a recobrarse de sus fracasos. Esto desarrolla entre ellos un gran amor, espiritualmente paternal de un lado, y profunda y reverencialmente filial del otro, vínculo que perdura más que el tiempo y por toda la eternidad.

El plan para la evolución de la raza hermana incluye la formación de esta clase de vínculos. Los Maestros llegan a ser, en una era posterior, Regentes espirituales, Instructores o Directores, con sus antiguos pupilos, ahora convertidos en Adeptos, como tenientes Suyos en el mismo campo de actividad. Más adelante todavía, cuando Ellos sean Regentes de un Mundo, los Tenientes serán Señores de Voluntad, de Sabiduría y de Inteligencia, altos Oficiales en la jerarquía Oculta de entonces.

Cuando el Maestro alcanza el dominio interplanetario y solar, los Señores espirituales se convierten en Sus Regentes Planetarios; y así sucesivamente a través de vidas de sistemas solares y Cosmos, los vínculos de tal amor permanecen intactos a través de todos los tiempos.


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Ayuda a la Naturaleza y con ella trabaja, y la Naturaleza te considerará como uno de sus creadores y te prestará obediencia (H.P.B.)

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